lunes, 11 de junio de 2012

LA LUNA II

En Moche la luna se presenta tranquila, dueña de todo. La campiña, sólo se muestra para recibir el resplandor de una luz que te ilumina, sin fuerza pero que te hace creer que te envuelve con ganas.
En Moche están las Huacas del Sol y de la Luna, separadas por una inmensa planicie seca, polvo de tierra que cubre otras edificaciones del antiguo Perú. El Sol es enorme, antes fue mucho más grande, pero los saqueadores de tumbas prehispánicas del pasado no respetaron el templo.
La luna está arriba, majestuosa, pero los huaqueros creen que los ancestros están lejanos, entre ellos cuchichean, no están seguros de lo que perciben, no quieren entrar a Moche, tampoco desean caminar en la planicie seca.
En esa época se realizaban en Moche, trabajos arqueológicos a cargo de investigadores norteamericanos, los habíamos encontrado varias veces en Trujillo, era un grupo de profesores universitarios, pero tratamos a dos, uno caminaba con sus alumnos y el otro con su esposa y su hija, ellos tres agradables e inteligentes.
En conjunto, los gringos se hicieron nuestros amigos, no tenían que usar el castellano para nada, íbamos a la playa los fines de semana, el problema era con las chicas, porque existían las aproximaciones naturales, o por lo menos crearon ilusiones, acababa la temporada nuestra de visita a Trujillo y cuando regresábamos ya no estaban.
Los momentos de otro tiempo, no tienen que ser muy distantes, para que rostros, nombres y situaciones de vida, desaparezcan de los recuerdos, quedan momentos muy agradables, preciosos, a la mitad de este camino de vida, entre esa época y ahora, estaba conversando con mi amigo de mi mismo nombre y de princpio no recordaba nada, tantas veces había estado en Trujillo.
La luna en Moche, carece de mayor significación, ya no existen adoradores, cíclicamente está allí, queda en la imaginación tratar de sentir los sueños de los ancestros, sus deseos, sus creencias de recibir su luz y eso era lo que me movía a tener conciencia de su presencia, ahora cualquiera me podía tener por tonto, pero era la época en era natural tratar de entrar en comunión con con los astros y la naturaleza. Solamente necesitaba de mi mente y de que esta trabajara, otros requerían de brebajes o de fumar marihuana y tomar licor, no era mi caso, no me gustaba sentarme en el suelo rodeado de gente, tratando de meditar. Prefería otorgar mi esfuerzo a correr y correr sin cansancio, con la plena conciencia de que en cualquier momento, podía levantar la cara y los ancestros, me miraban complacidos.
En esta conversación, que es la base del recuerdo de la luna en Moche, mi amigo me dijo que recordaba que alguna vez se fue siguiendo a una gringa de ojos preciosos a la universidad en la que estudiaba y allí acabó todo, no era la flaca alta de pelo marrón, tampoco la chatita de pelo rubio, Y cuando le mostré, una lista de nombres de estudiantes norteamericanos con los nombres de sus tesis sobre los mochicas, explicándole que más de un par de esos trabajos los estaba estudiando y que incluso había hecho una exposición en clase, me dijo no lo atormentara, que algo recordaba de la continuación de los mochica con los chimú como una única dinastía real, y que no le gustaba para nada que a nadie le pasaba lo que a mi pasaba y no quería que por extensión le sucediera a él.
Repetía como si estuviera aburrido, como si fuera una maldición que le alcanzaba. En su insistencia, remarcaba, que después de un montón de años, la gente ya no nos dice nada, ya ni sabe quienes somos, y que probablemente si se enteraran de que estaba hablando de ellos, me dirían que mi nombre, ni mi rostro les dice nada. No existe razón decía él para que estuviera recogiendo testimonio de quienes los conocieron. Sostuvo que debía bastarme que era verdad, que él recordaba, lo que a él le daba la gana, no teniendo recuerdos afectivos por nadie.
Estaba posiblemente en lo absolutamente cierto, mucho más ahora, tanto tiempo después, que en el momento propio de nuestra conversación, a la que tal vez es también aplicable, sus conceptos. Insistía que primero saludan, les contestas y para demostrar que no les interesas te dirán que: "tú cara les es conocida, pero que no te recuerdan bien y te harán creer que no saben quien eres, preguntarán por tu nombre, responderán que no les dice nada, haciéndote sentir que ni les importa. No quería saber nada de Trujillo, y mucho menos de Moche y de su luna.
Continuará...

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