viernes, 29 de junio de 2012

LA LUNA I

La Luna es tu acompañante silencioso, a veces ni te das cuenta, pero algo te hace mirar para arriba o a un costado y está allí. Para el sábado 5 de mayo del 2012, se anunció la Superluna, no fue tanto pero como nunca atrajo la atención del mundo.
Y es noche de Luna esplendorosa de enorme luminosidad, hasta el momento en Lima no adquiere las dimensiones anunciadas, pero está radiante. La estoy viendo en este momento, desde un edificio de la avenida Pardo en Miraflores. La tengo frente a mí y la comparo con otras lunas del pasado.

Esta, es una noche de los ancestros, fiesta organizada siempre por los huaqueros (saqueadores de tumbas prehispánicas), quienes son los únicos que recuerdan a los antepasados, en su lugar de entierro, con rezos de estos tiempos que pretenden hacer pasar por muy antiguos, de mucho antes de los conquistadores españoles.

Pero, siempre los huaqueros llevan crucifijo y estampas de la Virgen María, en su advocación que la convierte en patrona de la zona, y es usual que sea la Virgen del Carmen, que es la imagen más popular de la Madre de Dios, y que en el mundo andino durante la época del sincretismo religioso, la Virgen tomó el lugar de la luna, también el de la pachamama o madre tierra.

Toda esta fiesta de huaqueros en honor a los ancestros, es simplemente invocar a los abuelitos para que te digan dónde hacer un huequito, muy pequeño, en algún monumental sitio del antiguo Perú, y tanto le rezas a los abuelitos, tomando y compartiendo aguardiente de caña, y brindas para ellos con anís Del Mono que arrojan al viento, que finalmente te permiten encontrar un tesorito.

A veces, el tesorito, también llamado entierro, resulta fabuloso, porque los huaqueros no olvidan nunca a los ancestros y ellos los tienen presentes, cuando los invocan.

En este momento persisto en ver a la Luna llena en Miraflores, pero siempre tiene su atractivo, aunque la propaganda desplegada, desde hace varios días todavía no demuestra que es enorme frente a otras lunas llenas, vistas en el pasado. Luce bien en la avenida Pardo, la preside. En la calle Tarata está solitaria pero se luce bastante grande, como solitaria y expectante, pero está posada sobre mi casa, está totalmente iluminada.

Lunas para gigantes, las he visto muchas veces posada en la Huaca Juliana de Miraflores, que está a cien metros de mi casa. No tengo dudas que sus constructores fueron adoradores de la luna. Y seguramente el lugar fue señalado antes de la era cristiana y fue utilizado por los ancestros durante todo el antiguo Perú. En el malecón de San Miguel, la Luna sobre el mar es esplendorosa.

Luna verdaderamente mágica es la de Chanchán (en Trujillo, costa norte peruana), la capital del reino de Chimor, el pueblo Chimú fue de adoradores de la luna, descendientes de los mochicas y de los huari, fueron conquistados por los incas, pero siguieron administrando su reino hasta la conquista española.

En Chanchán, la Luna se puede tocar con las dos manos, en verdad el ritual de los huaqueros, por lo menos, los de los años setenta, te podía llevar con facilidad a sentirla como propia. Puede decirse que Chanchán nació para la Luna y que ella es su dueña. Te atrapa sentado en cualquiera de sus inmensos muros. O parado en cualquiera de sus ambientes de sus ciudadelas, cada una mandada a construir por cada rey del Chimor.

Tacaynamo es el fundador del pueblo Chimú, vino del mar, y trajo con él la civilización. Construyó la primera ciudadela de Chanchán que carece de laberintos, es la más cercana al Pacífico. Los huaqueros prefieren a la ciudadela Velarde, que es muy complicada en su estructura arquitectónica y monumental, llena de tesoros, de repente ya se los llevaron todos.
Un poco más al norte está la legendaria Pacatnamú, un enorme lugar que resulta pequeño en la planicie desértica a la que pertenece. Se tiene que llegar de día y con guía, tanto como para llegar como para salir. Pacatnamú es milenaria, su nombre es tan atractivo y bello, digno de reunir a un santuario de la mayor importancia para los ancestros.
Sus templos señalan una milenaria ocupación de los antiguos peruanos. Uno de los reyes del Chimor, mandó construir su huaca o templo en Pacatnamú. Y es aquí donde la Luna mejestuosa se posa sobre la sala de los dos tronos, todo es de barro cocido o adobe, cada día es más viejo, cada día está más derretido, pero es para vivirlo con todos tus sentimientos.

La noche de Luna llena pasa con todos los rituales a los ancestros que según los huaqueros van a ser más generosos en la noche que une al día de los Santos con el de los Muertos, viene el amanecer, se lleva todos los vientos con sus sonidos y fantasmas que no quieren descansar y salen de sus tumbas con pocas intenciones de regresar otra vez.
Pero se genera lo increíble, no puedes creer que después de una noche tan agitada dedicada a los ancestros en la que terminas convencido que los reyes del antiguo Perú vinieron para hablar con los huaqueros, abajo, porque de Pacatanamú solamente miras para abajo en cualquier momento, pero también es cierto que tienes que mirar para el frente y allí esta está el precioso valle del río Jequetepeque y el océano también, más a la derecha, al fondo.

Es curioso que arriba esté todo seco, pero cuando termina el barranco, todo está lleno de vida. Los cultivos se muestran como una alfombra verde, bañarse en ese mar precioso y el sol de Jequetepeque es ya otra extraordinaria experiencia y de otra historia. 

Pero es la Luna realmente maravillosa en Wiñayhuana, la pequeña construcción inca que es hermana de Machu Picchu, en el Cusco. Un camino de piedra y lleno de vegetación de siete kilómetros las separa. Una tradición señala que era la residencia de la Coya o reina inca en la que esperaba al inca, para la noche de nupcias, ambos constituían la pareja real del Tawantinsuyo o antiguo Perú.

Puede ser que en ninguna otra parte del mundo la Luna adquiera los contornos que adquiere en Wiñayhuayna, si te toca verla un día al lado del sol desde las cuatro de la tarde y si puedes seguir el espectáculo de como se va entronizando en el cielo estrellado, es para no olvidarlo nunca.

Todas las lunas son la misma luna, pero cada lugar tiene su propio encanto, manejar de Nazca a Paracas, sin salirte de la carretera, se te convierte en tu compañera de ruta, cuando se pone a tu izquierda y cuando es ya al frente tuyo, entonces pareciera que la sigues, sin ser su seguidor.

Sin embargo, a una Luna en particular la iba a visitar, es la de Pampas Galeras, es sencilla, es simple, no es esplendorosa, es la Luna de la tierra que salvó a la vicuña de la extinción, por el exclusivo esfuerzo de su comunidad campesina y esta luz de Luna llena te muestra la majestuosidad del macho vicuña, señor de su manada, en la soledad de su noche, de la árida planicie, que espera el amanecer para recoger a su rebaño.

En nuestro país la Luna de Cajamarca es extraordinaria cuando se posa en su campo, la Luna aunque esté en cuarto menguante te acompaña en el bosque de piedras de Huayllay, en Cerro de Pasco, y vale la pena verla en La Oroya, Huancayo y despedirla en Concepción en el amanecer en que te confunde, te hace creer que es el sol. Gran Luna la de la playa de Chincha allí sí puedes creer que el Gran Señor de Chincha, amigo del Inca, puede aparecer con su séquito en cualquier momento. Al igual que en el Castillo de Virú.
En el Perú, la Luna es increíble cuando se refleja en el río Apurímac, cuando se posa en la plaza de armas de San Jerónimo de Andahuaylas y cuando asciende de Lucma a Choquequirao. De abajo para arriba no la ves pero sabes que está brillando, en donde residieron los incas de la resistencia a la conquista española, llamados de Vilcabamba con su último emperador: Sayri Túpac.

Pero también los espíritus quieren mirarte cuando en noche de Luna llena puedes ver en la playa el brillo lunar en el Océano Pacífico. 

Los huaqueros, norteños, descendientes de los Chimú y de los Mochicas, por lo menos los que conocí hace 38 años, creían que ese resplandor de Luna en el mar, era una manifestación de los ancestros, ya que, según ellos decían, el mundo de los vivos y el mundo de los muertos, está separado por el océano. Y es allí en la luz de la Luna sobre el mar, en que los ancestros vienen a verte.

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